En los momentos de crisis históricamente LA CONSTRUCCIÓN ha sido uno de los refugios en el cual protegerse de la caída de la actividad económica en general, ya que es una actividad, no sólo económica sino social, fundamental en cualquier territorio que quiera tener un crecimiento sostenido, acompañado del ansiado desarrollo sostenible. Es clave en la creación de empleo, agilizando y dando soporte a otros sectores económicos. Teniendo en cuenta los parámetros actuales, podemos observar que no hay dificultades estructurales en el tejido empresarial, y también hay liquidez en las entidades bancarias, con un cierto margen de actuación en el ámbito del endeudamiento.
Es una realidad, por mucho que injustamente y algunas veces interesadamente se intente demonizar y culpabilizar a la construcción de todos los males, que es una de las bases sobre las que se asienta la actual estructura económica.
El crecimiento, por tanto tiene que pasar necesariamente por la construcción, pasando ineludiblemente por un mayor gasto público en infraestructuras. El amplio campo de actividad del sector hace que su estructura empresarial sea también muy variada, junto a una minoría de grandes empresas, nos encontramos con la inmensa mayoría de pymes, microempresas y autónomos, lo que posibilita la capacidad con potencialidad para arrastrar, cual locomotora, al resto de los sectores económicos.
El Plan de Recuperación de la Unión Europea (2021-2027) anticipó una ola de renovación inmobiliaria, a través de la eficiencia energética. Así como la demanda de vivienda protegida existente. Hay que trabajar y ahora más que nunca en el acceso a la sanidad universal y dotarnos de los adecuados y modernizados equipamientos sanitarios, para asegurar una atención suficiente y eficiente al conjunto de la población. Implementar aquellas obras sobre el tratamiento del aguas y depuración, vitales para conformar un entorno más sano y con mayor calidad de vida. La vertebración territorial y como consecuencia un mejor bienestar social viene por contar con unas carreteras eficientes, seguras y sostenibles, mejorando por supuesto, la movilidad viaria urbana e interurbana y conservando o repavimentando las que requieran disponibilidad actual. Y por supuesto invertir mucho más de lo que se está haciendo en estos momentos en el mantenimiento de las grandes infraestructuras que tanto esfuerzo nos han costado poner en pie, y evitar de ese modo desastres como los acontecidos recientemente en países vecinos por falta de inversión en mantenimiento.
Eric Maskin, premio Nobel de Economía, catedrático de Economía en Harvard fue muy claro a la hora de proponer un camino seguro de reactivación económica: “creo que no va a ser suficiente con inyectar liquidez. No basta tampoco con dar ayudas económicas a los parados. Ya tenemos el dinero; pero ahora hay que trabajar unidos para invertirlo generando empleo y confianza para todos. Solo así volveremos a creer en el futuro. Tenemos que invertir masivamente en la UE y en EE. UU. en un gran plan de creación de nuevas infraestructuras para frenar el cambio climático con energías renovables y salvar el planeta al tiempo que salvamos nuestras economías”.
En este sentido la COLABORACIÓN PÚBLICO - PRIVADA es imprescindible para empujar conjuntamente, en la tan deseada remontada económica, que posibilite con éxito el fortalecimiento de todo el sistema productivo. Las inversiones públicas tienen que ser adecuadas, es decir, hay que planificar para después ejecutar, lo que verdaderamente es oportuno, sin dejar márgenes para actuaciones de dudosa utilidad económica, funcional o social.
Pero antes de nada deberíamos definir este concepto claramente. La Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas establece la siguiente definición:
"Los métodos innovadores utilizados por el sector público para contratar con el sector privado, que aporta su capital y su capacidad para ejecutar los proyectos a tiempo y de acuerdo con el presupuesto, mientras que el sector público conserva la responsabilidad de prestar estos servicios a la ciudadanía de una manera que beneficie el interés general y propicie el desarrollo económico y una mejora en la calidad de vida."
El gasto público tiene que ser eficiente, pero sobre todo, hay que optimizarlo también en el tiempo. Nos encontramos en una coyuntura tan apremiante, que los alargamientos de los plazos significarían la perdida de oportunidades, que puede ser que no vuelvan a encontrarse. Cuando vivimos en el mundo de lo instantáneo, no podemos seguir con demoras en la resolución de expedientes o en la toma de decisiones. Mejor que mañana, para antes de ayer lo que hay que hacer.
Esa colaboración público-privada que proponemos tiene una disfunción evidente, mientras la iniciativa privada camina a velocidad de vértigo, la administración pública avanza muy lentamente, sin productividad y quejosa. Son dos maneras distantes de actuar, que necesitan coordinación o entendimiento. No podemos en las circunstancias actuales contentarnos con planes a largo plazo que supongan modificaciones legislativas con la consiguiente demora totalmente inasumible. Con un buen escenario regulatorio, que preserve el interés público, se pueden poner en marcha muchísimos planes de colaboración público-privada. Según un estudio para la patronal de la construcción SEOPAN, en Andalucía hay más de 100 proyectos que podrían realizarse bajo este esquema y moverían unos 20.000 millones de euros. Y no solo esas actuaciones se ciñen a carreteras, líneas ferroviarias, etc, hay también obras para la gestión del agua, modernización de regadíos, tratamientos de residuos, puertos deportivos, nodos logísticos, infraestructuras judiciales y sanitarias, así como su mantenimiento y su gestión.
La clave reside en que será urgente animar inversiones cuánto antes para garantizar que estás necesidades sean una realidad. Aunque hay iniciativas que han demonizado esta fórmula, como las fallidas autopistas radiales de Madrid, estas malas experiencias deben ayudar a ser más realistas en el cálculo del uso mínimo y el coste que debe tener cada infraestructura.
Un punto fundamental a la hora de abordar y fomentar estas inversiones es tener muy en cuenta, para que la reactivación económica sea efectiva, que gran parte de esas iniciativas estén lideradas por empresas andaluzas y no ceñirnos en exclusiva a las grandes compañías multinacionales y fondos de inversión específicos. En este aspecto es fundamental gestionar la asociación de las muchas y muy buenas compañías que nos dejamos la piel dentro y fuera de Andalucía para poder mantener nuestras empresas a flote. Y que queremos invertir y trabajar en proyectos en NUESTRA TIERRA, por eso y hago un llamamiento desde aquí a los gestores públicos, que no nos gustaría que pasara lo de siempre, ya sabemos lo que dice el refrán; “Unos lo siembran y otros lo siegan”.