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Imagen cabecera La pandemia como punto de inflexión y la tecnología, la gran revelación

La pandemia como punto de inflexión y la tecnología, la gran revelación

Cerca de cumplirse cuatro años del inicio del estado de alarma en España a causa de la COVID-19, los que tenemos la Sanidad como medio de vida, especialmente los gestores, podemos corroborar que la pandemia ha sido un punto de inflexión, el inicio de una nueva etapa de colaboración y acercamiento entre la Sanidad Pública y la Privada.

 

Es necesario resaltar de aquellos complicados momentos la estrecha cooperación entre los hospitales de Granada, que nos permitió superar esas nuevas y dramáticas situaciones. La pandemia nos ha enseñado a resolver conflictos con mayor garantía de éxito, constatando las ventajas de aparcar diferencias ideológicas y partidistas y superar la dicotomía sanidad pública - sanidad privada.

La sanidad privada ha demostrado, una vez más, estar al lado de la pública en la adversidad, poniendo sus recursos al servicio del bienestar común.

 

Hoy otros son los retos para la sanidad privada, como la llegada de nuevos proveedores de seguros de salud con precios que hacen inasumible la misma atención en un mercado que ya trabajaba con tarifas muy ajustadas para mantener la oferta. Añadamos el incremento de los costes (fungible, equipamiento, etc.) tras la pandemia, con subidas entre un 15 y un 35%, y, por otro lado, afortunadamente, que las intervenciones quirúrgicas complejas se realizan con técnicas novedosas menos invasivas y agresivas para el paciente pero que conllevan un coste muy elevado, resultando inviable reducir las primas ofertadas sin afectar las coberturas y la calidad asistencial para los asegurados.

 

Asimismo, nos preocupa la situación del mutualismo administrativo. El ‘modelo Muface’, que da cobertura mediante aseguradoras privadas a más 1,7 millones de funcionarios y garantiza una atención de alta calidad con un coste muy inferior a la prestación directa por parte de la sanidad pública, arrastra un déficit de financiación que debe ser corregido para garantizar su viabilidad y sostenibilidad a largo plazo. Este modelo de eficacia y eficiencia en la colaboración público-privada debe seguir siéndolo.

 

Hay que destacar aspectos positivos, especialmente en Granada, continuo referente en sanidad para Andalucía Oriental, por su Facultad de Medicina y sus profesionales, tradicionalmente de gran prestigio provincial. La colaboración público-privada es fluida y continua. Las derivaciones de la pública al sector privado han sido históricamente por necesidades de atención quirúrgica. Para aliviar la alta presión en sus listas de espera, los tres hospitales privados de la provincia cerramos un convenio de urgencia y nos pusimos manos a la obra con resultados positivos.

 

Llevemos esa colaboración más allá. Granada tiene mucho potencial y riqueza por generar en ámbitos ligados directa e indirectamente al sector sanitario, como el turismo y la atención a pacientes extranjeros que podrían convertirse en un gran mercado. Para ello, precisamos de un acuerdo de colaboración público-privada multisectorial para fomentar las pernoctaciones en nuestra área, que está muy por debajo de otras.

El sector sanitario debe centrarse en los pacientes, que son cada vez más exigentes y requieren mayor atención especializada. La población está envejeciendo y es más pluripatológica, lo que supone un gran reto para el sistema sanitario. La sanidad privada está decidida a impulsar reformas para adaptarse a esta nueva realidad demográfica.

 

Hoy ya nos enfrentamos a un problema generalizado: la falta de recursos humanos en muchas especialidades asistenciales, como la carencia de profesionales de la Enfermería que está poniendo en jaque la asistencia en toda España, al ser una pieza clave y fundamental de la atención hospitalaria y primaria.

 

Nuestras universidades forman a excelentes sanitarios y muchos emigran buscando mejores condiciones salariales y laborales, lo que supone una pérdida costosa. Por otro lado, las facultades de Medicina deberían reflexionar sobre los números clausus y buscar fórmulas innovadoras que combinen una formación de excelencia con la protección de la vocación, adapntando las prioridades formativas a las especialidades que se vuelven indispensables, como Geriatría.

 

La tecnología es la gran revelación de la pandemia. Las teleconsultas resolvieron el cierre de la mayoría de las asistencias en especialidades, y hoy nos ayudan a disminuir la alta presión asistencial en consultas externas. Las aplicaciones digitales serán clave en la asistencia hospitalaria futura pero no deben ser un fin en sí mismas, ya que la brecha tecnológica es una realidad. La consulta presencial sigue siendo el eje en la relación médico-paciente.

 

En solo cuatro años, la pandemia ha generado un cambio significativo en nuestro sistema sanitario, lo que requiere acelerar múltiples reformas para adaptarse y avanzar hacia la sanidad del futuro. El sector privado está comprometido en participar en este proceso para seguir cuidando la salud y el bienestar de la sociedad.
 

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