Cuando estamos concluyendo el ejercicio 2024, España se encuentra en una posición económica singular dentro de un contexto global de moderación y reajustes. La economía española, aunque resiliente y en crecimiento, enfrenta desafíos tanto internos como externos que condicionarán su desempeño en los próximos años. Estos desafíos y oportunidades están definidos por el comportamiento del mercado laboral, la demanda externa, las fluctuaciones inflacionarias y las políticas monetarias del Banco Central Europeo, a lo que hay que añadir otros factores de incertidumbre, principalmente las guerras de Ucrania y Oriente Medio. Analizar cómo España ha respondido y qué se espera de cara al futuro ofrece una mirada sobre la capacidad del país para sostener un crecimiento estable en tiempos de incertidumbre.
La economía española ha experimentado un importante crecimiento económico durante el segundo trimestre del año, con una expansión del PIB de un 0.8%. Este crecimiento ha sido impulsado principalmente por la demanda externa neta, donde el turismo ha desempeñado un papel crucial, sin embargo, la demanda interna, en particular el consumo privado y la inversión, ha tenido un crecimiento inferior. El reto para España será fortalecer sectores menos dinámicos, especialmente el consumo de los hogares, que es un pilar fundamental para una recuperación sostenible. Aun así, el crecimiento de la economía española, proyectado a un 2.8% para 2024 según el Banco de España, ofrece una perspectiva optimista, aunque se prevé una futura desaceleración hacia 2025 y 2026, con crecimientos del 2.2 y 1.9% respectivamente.
El consumo privado en España ha mostrado un avance más modesto del esperado. Las políticas de ajuste monetario han afectado la disposición de los hogares para gastar, ya que el incremento de los tipos de interés ha limitado el acceso al crédito. Además, la evolución de la inflación ha tenido un impacto directo en el poder adquisitivo de las familias, afectando negativamente sus niveles de consumo. Sin embargo, algunos indicadores, como el aumento del crédito al consumo, sugieren una lenta pero gradual recuperación.
En los últimos meses, el BCE ha iniciado un proceso gradual de flexibilización monetaria, ajustando los tipos de interés para reducir el tono restrictivo que ha caracterizado a su política monetaria en los últimos años. Este giro responde a un contexto donde la inflación, muestra señales de desaceleración. La reducción de 25 puntos básicos en el tipo de interés de la facilidad de depósito al 3.25%, sugiere que el BCE busca un equilibrio entre controlar la inflación y fomentar la actividad económica. La relajación de los tipos de interés implica, para las empresas y los consumidores, un menor coste del crédito, lo cual debería estimular la demanda, si bien son decisiones no exentas de riesgos, de ahí la prudencia con la que está actuando el BCE.
En este contexto, la economía de Granada ha mostrado un crecimiento moderado, con una proyección de aumento del PIB del 1.3% para 2024, tras haber alcanzado un crecimiento del 2.4% en 2023. Este crecimiento se sitúa ligeramente por encima de la media nacional y de Andalucía. Aunque estos valores son positivos, reflejan una desaceleración con respecto a los picos de recuperación observados en 2022 tras la pandemia. Esta ralentización se debe, entre otros factores, a la incertidumbre en los mercados globales y la presión inflacionaria que afecta al consumo interno. Uno de los problemas de la economía granadina es la elevada tasa de desempleo, manteniéndose por encima del 20%. Se espera que al final del ejercicio baje al 20.1%, un ligero descenso desde el 20.5% registrado en 2023.
El turismo sigue siendo uno de los pilares de la economía granadina. En 2024, se espera una recuperación moderada, con un aumento gradual del turismo extranjero, que ha sido clave para revitalizar el sector. Granada, al igual que el resto de Andalucía, está viendo una mayor afluencia de visitantes internacionales, lo que puede compensar la debilidad en el turismo nacional. No obstante, la demanda turística local y los indicadores de gasto medio por turista aún están por debajo de lo esperado, lo que pone en duda una recuperación completa del sector a corto plazo.
Por lo que a las perspectivas de futuro atañe, se estima que la economía de Granada en 2025 y 2026 continuará con una recuperación moderada y desigual. Se proyecta un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) entre el 1.3% y 1.5%, similar a la tendencia observada en 2024. A pesar del crecimiento económico, el desempleo seguirá siendo un desafío estructural, con una tasa que probablemente permanezca en torno al 20%, lo que refleja la necesidad de diversificar la economía local y mejorar el mercado laboral. Para mantener un crecimiento sostenible, será esencial que Granada aproveche las oportunidades de inversión y diversificación económica, impulsadas por los fondos europeos del programa Next Generation EU. La inflación, que se ha moderado desde los picos de 2022, seguirá estabilizándose alrededor del 2%, ayudando a contener los costos de vida. Sectores clave como el turismo, uno de los pilares fundamentales de la economía granadina, verán un crecimiento continuo, impulsado por la recuperación de los viajes internacionales, aunque las pernoctaciones aún tienen recorrido al alza. Las exportaciones también seguirán desempeñando un papel crucial, con perspectivas positivas, aunque podrían verse afectadas por la volatilidad en los mercados globales y las fluctuaciones en los precios de los productos básicos.