El sector de las empresas de servicios auxiliares se reveló, y en cierto modo rebeló, durante la pandemia causada por la COVID como esencial.
En el mundo empresarial existen diversas actividades como la limpieza, el mantenimiento, servicios de portería o seguridad, calificadas como auxiliares pero que son fundamentales para el funcionamiento y éxito no solo de una organización, sino de toda la sociedad.
Hoy en día, y así lo hacemos en Clece, es fundamental reconocer que el éxito de una empresa no solo se basa en la calidad de sus productos o servicios principales, sino también en la prestación de servicios complementarios que cubran las necesidades de sus clientes y mejoren su experiencia.
Desde los comienzos de este milenio hemos vivido un alto grado de especialización y profesionalización, abandonando las connotaciones negativas que tenía la palabra ‘auxiliares’ para conformarnos como un sector con entidad propia, en el que tienen una creciente importancia el know how propio de cada compañía y la tecnificación de procesos e incorporación de últimas tecnologías. En este sentido, destaca el desarrollo de la comunicación 5G, el IoT (o Internet de las Cosas, definido como la red de dispositivos conectados y a la tecnología que facilita la comunicación entre ellos) y la robotización de las tareas más pesadas o peligrosas.
En este afán profesionalización y modernización, nuestro sector se encuentra con nuevos desafíos que nos hacen agudizar de forma concluyente nuestros conocimientos. Estos retos no son otros que la adaptación de nuestro funcionamiento a todas aquellas novedades legislativas que hemos recibido durante los últimos años, y las que se nos anuncian para los próximos:
- La reforma del mercado laboral, que limita la flexibilidad del mismo de manera ostensible, condiciona nuestro día a día con multitud de tareas imprevistas que nos obligan a reinventar nuestro modo de actuar para seguir dando respuesta óptima a las necesidades de nuestros clientes.
- El incremento del importe del Salario Mínimo Interprofesional, que además de aumentar nuestros costes sin mediar una antelación suficiente para adaptar nuestros contratos con terceros, pasa por encima de convenios colectivos existentes y arrastra al incremento por encima de lo previsto, a aquellos que se negocian. Para culminar esta tormenta perfecta tenemos que añadir un escenario inflacionista, en el que además de otros factores debemos contemplar la retroalimentación de los incrementos del SMI, con una situación en la que es difícil definir quién fue antes, si el huevo o la gallina.
- La reducción de la jornada laboral legal máxima más que probable para los años 2024 y 2025, de la que aún no podemos aventurar mucho, y de la que desconocemos si vendrá acompañada de medidas para evitar el colapso de nuestro sector, al menos, en la parte que afecta a la contratación pública.
Sin embargo, este panorama de incertidumbre, lejos de desanimarnos (cuestión inevitable en primera instancia), debe servirnos para reforzar nuestra consideración como sector profesionalizado, experto en gestionar nuestros servicios de manera que nuestros clientes no vean interrumpido su día a día por vicisitudes que no forman parte de su actividad principal. Por eso, en Clece trabajamos de forma responsable, siempre enmarcados dentro de la legalidad vigente, asegurando la viabilidad del servicio con personal cualificado y formado para labor que desempeña. Con más de 80.000 profesionales repartidos por toda España (más de 17.300 en Andalucía), podemos afirmar que tenemos poco de “auxiliares” y mucho “esenciales” por lo que nosotros, y el sector en general, debemos estar preparados para ofrecer a la sociedad profesionalización, seriedad e innovación.
La meta es ser agentes esenciales del crecimiento económico y el camino, adaptar nuestros procesos para ser cada día mejores, para nosotros mismos y para nuestros clientes.
